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viernes, 12 de junio de 2015

12 razones para consumir chocolate

El chocolate es uno de los alimentos que más nos gusta a todos por su sabor y aroma, pero pocos conocemos los beneficios que nos aporta. Aquí te dejo 12 razones para consumir chocolate, pero recuerda que todo en exceso es malo.




  • El chocolate negro y el cacao contienen un antioxidante llamado flavonol, el cual controla los niveles de azúcar en el sangre y puede prevenir enfermedades como la hipoglicemia y diabetes.
  • Para las mujeres es un gran afrodisíaco ya que aumenta el libido sexual.
  • El chocolate contiene una sustancia llamada feniletilamina la cual es conocida como la molécula del amor. Producida por el cerebro cuando se está enamorado y genera sensaciones de euforia y placer.
  • El chocolate cuida los dientes, este contiene teobromina, el cual se encarga de proteger los dientes de desarrollar posibles caries.
  • El chocolate negro es capaz de activar la circulación de tu cuerpo ya que contiene una sustancia llamada epicatechin, la cual se encarga de mejorar el flujo sanguíneo y fortalecer las paredes del cerebro.
  • ¿Qué alimento tiene más de 500 ingredientes? Pues el chocolate, por eso su sabor es único e inigualable.
  • El chocolate contiene teobromina y cafeína, que son capaces de estimular el sistema nervioso generando sensación de bienestar y activación del cuerpo.
  • El chocolate contiene serotonina que es un neurotransmisor que genera sentimientos de felicidad y placer en las personas.
  • Contiene antioxidantes, los cuales ayudan a combatir la vejez.
  • Contiene calcio que previene la osteoporosis, magnesio que ayuda a mantener los músculos saludables, hierro y zinc para combatir la anemia.
  • Contiene vitamina B1 y magnesio los cuales nutren, estimula, hidratan y aportan elasticidad al cabello.
  • El chocolate es utilizado para tratamientos cutáneos gracias a sus antioxidantes y humectantes los cuales pueden combatir la resequedad, la celulitis, y las manchas cutáneas. 








Autora: Yolanda García
Nutricionista-Dietista.



viernes, 5 de junio de 2015

Dietas Depurativas

Las dietas depurativas, consisten, básicamente, en eliminar total o parcialmente los alimentos de nuestra dieta. Estimulan la eliminación de los desechos de los tejidos, reducen el sobrepeso y aumentan las defensas inmunitarias.

Nuestro organismo libera cotidianamente miles de toxinas a través de los órganos excretores (riñones, intestino, hígado, piel y pulmones). Si seguimos una dieta equilibrada y todo funciona correctamente, nos sentiremos bien. Pero si suministramos al organismo cada día sustancias nocivas, seguramente los riñones y el intestino no puedan limpiar adecuadamente; es decir, no serán capaces de eliminar toxinas, por lo que estas se irán acumulando en nuestro interior.


Esto impide que el organismo funcione bien y, en consecuencia, surgen las enfermedades. Cuando se deja de comer durante unos días (ayuno) o se reduce el aporte de alimentos introduciendo alimentos saludables (curas depurativas), las toxinas escondidas en los depósitos pasan a la circulación y se eliminan. Al mismo tiempo, los órganos expulsores recobran su eficiencia y vitalidad. El resultado es que el cuerpo se desintoxica, revitaliza y adelgaza a la vez. En el momento en el que las toxinas pasan a la sangre, notaremos cansancio, irritabilidad, dolor de cabeza, granitos en la piel... Es evidente entonces que el proceso de depuración está funcionando.


¿Cómo saber si necesitas una cura?

Cuando nuestro organismo está demasiado intoxicado, dispara unas señales de alarma. Algunas de ellas son:
  • Piel opaca, asfixiada y un poco grisácea.
  • Ojos sin brillo y con ojeras frecuentes
  • Dolores de cabeza.
  • Algún kilo demás. Se han hecho excesos alimentarios.
  • Vómitos o diarreas. Poco apetito. Estreñimiento.
  • Agotamiento por la mañana y frecuentes resfriados.

Precaución

No deben ayunar las personas que sufren problemas de salud graves, que tienen poca energía vital o muy poco peso. Tampoco está recomendado para las mujeres embarazadas o que estén lactando. Es recomendable hacer estas curas bajo supresión médica, sobretodo si duran más de tres días.

A continuación algunos ejemplos de dietas depurativas.

Dieta de frutas


Es un tipo de cura natural que consiste en comer únicamente fruta durante algunos días. La fruta, además de vitaminas y minerales contiene mucha agua, por lo que es diurética y nos ayuda a eliminar toxinas del organismo. Además, gracias a la cantidad de fibra presente en la fruta, conseguiremos limpiar nuestro intestino. De entre todas las frutas se destacan por sus propiedades la fresa, la manzana, la pera, la cereza, el melocotón y la uva. 


Se aconseja seguir esta dieta durante dos o tres días. Además, es necesario consumir mucha agua, o agua de plantas depurativas. También se pueden exprimir dos limones en un litro y medio de agua y beberlo a lo largo del día. Se debe suspender la dieta en casos de vómito, diarrea o ardor de estómago. 


Depuración con uvas


Esta cura es ideal para un fin de semana. Consiste en comer diariamente durante dos o tres días entre uno y dos kilos de uvas que se distribuirán en pequeñas comidas cada dos o tres horas. La dieta de una sola fruta es de larga tradición naturista. La fruta acelera el metabolismo e impide que las sustancias tóxicas se estanquen en los tejidos, por lo que se evita la formación de celulitis. Pasar dos o tres días comiendo solo uvas desintoxica el organismo, combate el cansancio, el estrés y el reumatismo.



Debemos acompañarlas de dos litros de agua diarios. Las uvas son muy ricas en azúcares simples (glucosa y fructosa) de fácil asimilación y digestión. Además, contiene gran cantidad de minerales y de vitamina A y del grupo B, por lo que facilitan el trabajo del corazón, del páncreas, de la bilis y del hígado. Puesto que también contiene mucha fibra es un buen regulador del intestino.

La cura de uvas está indicada para personas con intestinos perezosos, digestiones difíciles, cansancio crónico y pieles con acné. Sin embargo, no se aconseja para diabéticos ni para personas con colitis.



Tomado de: Saber alternativo




jueves, 26 de febrero de 2015

Los ritmos de la alimentación

La capacidad humana para procesar los alimentos se funda en el funcionamiento eficaz de tres ciclos regulares de ocho horas cada uno. Respetar estos ritmos elementales de nutrición permite un mejor aprovechamiento de la energía, da fuerzas para regular los propios sistemas neuroquímicos y neuroglandulares (hormonas, glándulas principales, neurotransmisores y sistema nervioso). Los ritmos de alimentación positivos favorecen la regeneración, haciendo que con el tiempo el cuerpo cada vez esté más saludable.












Estos ciclos se basan en funciones corporales. Los horarios son aproximados pues lo que se recomienda es escuchar al cuerpo de cada uno. Ellos son:


Horario de 6 a.m. a 13 hs.


Eliminación: de desechos corporales y restos de alimentos, el organismo se deshace de sustancias tóxicas por las vías digestiva, urinaria, respiratoria y piel.

Horario de 13 a 21 hs.


Apropiación, ingestión y digestión: se ingieren y digieren los alimentos, son las horas más adecuadas para hacer las comidas más importantes.

Horario de 21 a 6 a.m.


Asimilación: se absorben y se usa parte de los alimentos que se ingieren, es el tiempo del reposo digestivo; conviene no ingerir alimentos, al dormir el cuerpo asimila lo que tomó durante el día.

Consejos


• Es conveniente cenar temprano de manera que puedan pasar por lo menos tres horas antes de irse a dormir, para que el ciclo de asimilación pueda empezar a su hora.

• Si se cena tarde los alimentos no han sido digeridos y no están listos para ser asimilados, los ciclos regulares se alteran y se sienten los efectos al despertar.

• En cuanto al peso corporal si se ingiere un desayuno, un almuerzo y una cena abundantes, es mucho más el tiempo que el organismo dedica a la apropiación que a la eliminación y el resultado es un exceso de peso. Es necesario respetar los tiempos de apropiación y de asimilación.

Asesoramiento: Marta Costas, asesora nutricional.

sábado, 21 de febrero de 2015

¿Cómo los alimentos afectan el estado de ánimo?

Sepa qué comer para tener sus energías al máximo… ¡sin engordar!


























Aunque el cerebro sólo representa alrededor del 2 por ciento del peso corporal total, es un devorador de la energía que ingresamos a través de los alimentos: se lleva al menos un 20% de ella para tener las neuronas permanentemente conectadas. Nuestra central nerviosa necesita combustible de manera continua para poder funcionar de manera óptima, y no solo la falta de 
vitaminas y nutrientes la ponen de mal humor, también algunos hábitos alimentarios. Comer rápido o estresados, no tener una alimentación variada, hacer ayunos prolongados o dietas hipocalóricas, comidas abundantes y alimentos tóxicos pueden alterar nuestro estado de ánimo. Fatiga, insomnio, desgano, irritabilidad, sensación de pesadez, mal humor, falta de concentración y de memoria, podrían ser consecuencia de una mala alimentación. Ya que el medio ambiente nos somete a estímulos cotidianos muy estresantes, es imprescindible que nuestra forma de comer nos fortifique física y mentalmente.

HÁBITOS ALIMENTARIOS QUE “ALTERAN”


Ponen de malhumor, deprimen, quitan la energía y causan problemas de salud.

Saltear comidas o hacer ayunos prolongados = falta de energía y malhumor.


El problema: Pasar varias horas sin comer, puede provocar descensos abruptos de la gluce­mia, que es el nivel de glucosa libre en sangre. Justamente, la principal energía que necesita el cerebro para funcionar es la glucosa. Cuando el azúcar en la sangre disminuye rápidamente, el cerebro y el sistema nervioso son los primeros en resultar afectados. Comer dulces, pastelería y “snacks” suelen ser el primer impulso que surge ante esta caída del azúcar.

Consecuencias: Decaimiento, sensación de estar flojos, mareados, sin ánimo o ganas, con malhumor o dificultades para la concentración.

Solución: Organizar bien las cuatro comidas diarias, no saltear ninguna, realizar colaciones con cereales integrales o frutas o lácteos.


Comer en exceso = desgano


El problema: Si comemos copioso el organismo tendrá que hacer un esfuerzo extra para digerir los alimentos. Los trastornos digestivos retacean la energía disponible para el cerebro.

Consecuencias: Alteración de la digestión, dispepsia, acidez, malestar general, somnolencia, pesadez, desgano, dolor de cabeza.

• Solución: Comer inteligentemente, para poder aprovechar los alimentos en función de las tareas y actividades diarias. Evitar las combinaciones de difícil digestión, como las grasas saturadas con los aceites reutilizados. Elegir alimentos de fácil digestión y en cantidades adecuadas.

Comer estresados = problemas digestivos crónicos


El problema: Si comemos estresados traga­mos aire, no masticamos bien los alimentos, digerimos mal y hacemos una selección no saludable de ellos.

Consecuencias: Acidez, trastornos digesti­vos, dispepsia, meteorismo, distensión abdomi­nal, malestar general, pesadez. Mala absorción de nutrientes, mayor estrés físico y mental.

Solución: Aprender a relajarse antes de co­menzar a comer: realizar unas 5 a 10 respiracio­nes largas y profundas. Ya en la mesa, agradecer los alimentos, disfrutarlos, masticarlos lenta­mente. Transfórmese en un comedor lento, y concéntrese en lo que está haciendo, dejando de lado las preocupaciones.

Omitir un grupo de alimentos = problemas de salud


El problema: Ya sea por preferencias, como es el caso de las personas a las que no les gusta consumir ni frutas ni verduras, o por dietas que excluyen ciertos alimentos como las carnes, omitir un grupo de alimentos aumenta el riesgo de carecer de nutrientes indispensables para el organismo. Para funcionar a pleno, el cerebro necesita vitaminas, minerales y aminoácidos que son precursores de los neurotransmisores que estabilizan nuestro estado de ánimo.

Consecuencias: Puede haber anemia y desgano, bajas defensas inmunológicas, o lípidos altos, hipertensión, problemas cardiovasculares.

Solución: Comer variado incluyendo alimentos protectores: carnes, lácteos, huevos, verduras, frutas, legumbres y aceites vegetales. En los casos de dietas vegetarianas o para bajar de peso, deben tener seguimiento profesional.

Abusar de un grupo de alimentos = aumento de peso, irritabilidad


Problema: Generalmente este exceso implica un consumo deficitario de otro grupo de alimentos. Por ejemplo, en el caso de las dietas muy carnívoras, que no incluyen casi frutas ni verduras. También hay formas de alimentarse con exceso de alimentos no protectores, es decir, azúcares, gaseosas, dulces y grasas animales.

Consecuencias: Puede haber aumento de peso, conductas alimentarias compulsivas, irritabilidad, malestar general. También carencia de nutrientes y más posibilidades de desarrollar cáncer por no consumir ciertos alimentos que son preventivos, como las frutas y verduras.

Solución: Comer variado de todos los alimentos, especialmente de los protectores, y reducir al mínimo los no protectores. Buscar ayuda profesional para lograrlo.


Conducta dietante = frustración y depresión


El problema: Las personas que viven haciendo dietas restrictivas, no solo incrementan el riesgo de desarrollar obesidad en el futuro, someten al organismo a continuas fluctuaciones metabólicas estresantes, que indefectiblemente derivan en carencia de nutrientes y malestar emocional.

Consecuencias: Aumento de peso, desarrollo de trastornos de la conducta alimentaria, carencia de nutrientes, malhumor, frustración, nerviosismo, irritabilidad, cansancio, depresión.

Solución: Seguir las leyes de la alimentación que son la ley de la cantidad, de la calidad, la armonía y la adecuación. Recurra a un nutricionista que las siga al momento de darle un plan de alimentación bien balanceado. Además es fundamental recibir ayuda profesional para cambiar el estilo de vida en lugar de hacer dietas restrictivas.

Artículo publicado en la revista Buena Salud.